viernes, 12 de diciembre de 2008
Vista desde el puente
Si mi mundo interior está en orden es porque a diario opto por vigilar que así lo esté.
Cierto amigo mío, que en otro tiempo fue oficial a bordo de un submarino nuclear de la Armada Norteamericana, me contó una experiencia que tuvo un día mientras su nave se hallaba patrullando por el Mediterráneo. Allá arriba, en la superficie, iban y venían muchos barcos, y el submarino tenía que hacer muchísimas maniobras para evitar posibles colisiones.
En ausencia del capitán, mi amigo era el oficial de servicio y tenía a su cargo el dar las órdenes para la posición de la nave en cada momento. Por haber tantos movimientos inusitados y repentinos, el capitán, que había estado en su propio camarote, apareció súbitamente en el puente y preguntó:
—¿Va todo bien?
—Sí, señor —respondió mi amigo.
El capitán echó un rápido vistazo a su alrededor y empezó a salir de regreso por la escotilla abandonando el puente. Mientras desaparecía, expresó: —A mí también me parece que todo está bien.
Este simple encuentro de rutina entre aquel comandante naval y uno de sus oficiales de confianza me proporcionó una ilustración útil de lo que es el orden en el mundo interior del individuo. A aquel submarino lo acechaba un potencial peligro de colisión por todas partes, lo cual era bastante para que cualquier capitán vigilante manifestara preocupación. No obstante, el peligro estaba fuera; en la parte más interna de la nave había un lugar tranquilo desde donde se podía controlar su destino totalmente, y el capitán se dirigió hacia allá instintivamente.
En aquel centro de mando no podía detectarse ni un ápice de pánico; sólo se veía una tripulación de marineros, muy adiestrados, que ejecutaban la tranquila y deliberada serie de acciones que constituía su trabajo. De modo que cuando el comandante apareció en el puente para asegurarse de que todo estaba en orden, comprobó que así era en efecto. “¿Va todo bien?”, inquirió; y cuando le dijeron que sí, miró a su alrededor y estuvo de acuerdo: “A mí también me parece que todo está bien”. El capitán fue al sitio indicado y recibió la respuesta adecuada.
Así era como aquel capitán había organizado su submarino: cuando no había peligro, los procedimientos adecuados se practicaban mil veces. Llegado el momento de la acción en circunstancias precarias, no había motivos para que lo invadiera el pánico. Podía prever una excelente actuación de la gente que estaba en el puente. Cuando el sitio de mando está en orden, el submarino está a salvo de cualquiera que sean las circunstancias externas, y el comandante de la nave expresa: “A mí también me parece que todo está bien”.
Sin embargo, ha habido casos en los cuales esos procedimientos se han pasado por alto o quizá no han sido practicados. Entonces puede suceder el desastre: los barcos chocan y se hunden, causando graves pérdidas. Lo mismo sucede con la vida humana cuando está desorganizada en el “puente” de su mundo interior: los accidentes que ocurren, tienen nombres como agotamiento psíquico, colapso nervioso o estallido.
. . .
Tomado de Ponga orden en su mundo interior, de Gordon MacDonald, Editorial Caribe, 1989, capítulo 2.
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