martes, 16 de diciembre de 2008

Canción: Dulce paz

Dulce paz
(Clarie Cloninger - Gary Sadler - Chris Springer)

Suave luz del amanecer
Dulce paz de Dios
Ven a saciar toda ansiedad
Dulce paz de Dios
Tierna presencia calma el temor
Dulce paz de Dios
Con compasión sanas mi dolor
Dulce paz de Dios

Dulce paz de Dios
Hermoso Rey y Señor
Trae a mi ser
Descanso en Ti
Dulce paz
Mora en mi
Dulce paz de Dios

Paz que no puedo comprender
Dulce paz de Dios
Llena de nuevo mi corazón
Dulce paz de Dios

Ver video con Jaime Murrell cantando la canción

viernes, 12 de diciembre de 2008

Conmigo a solas

Este silencio que disfruto es mío,
y la falta de amor que me tortura.
Y son míos también gozo y tristura
entre los que batallo cuanto ansío.

Soy yo, tan sólo yo, cuando sonrío,
cuando pierdo la luz de mi cordura,
y yo, cuando me interno en la espesura
del bosque de mi alma, fiel y umbrío.

Soy yo si en mi rincón callado y solo
huyo toda batalla y enarbolo
la bandera de paz del verso inerme.

Yo, que aunque vivo en mí parapetado,
voy cruzando la vida, esperanzado
de ser mi propio amigo y comprenderme.

Manuel Barrios
(1892-1972)

Vista desde el puente


Si mi mundo interior está en orden es porque a diario opto por vigilar que así lo esté.

Cierto amigo mío, que en otro tiempo fue oficial a bordo de un submarino nuclear de la Armada Norteamericana, me contó una experiencia que tuvo un día mientras su nave se hallaba patrullando por el Mediterráneo. Allá arriba, en la superficie, iban y venían muchos barcos, y el submarino tenía que hacer muchísimas maniobras para evitar posibles colisiones.

En ausencia del capitán, mi amigo era el oficial de servicio y tenía a su cargo el dar las órdenes para la posición de la nave en cada momento. Por haber tantos movimientos inusitados y repentinos, el capitán, que había estado en su propio camarote, apareció súbitamente en el puente y preguntó:

—¿Va todo bien?
—Sí, señor —respondió mi amigo.

El capitán echó un rápido vistazo a su alrededor y empezó a salir de regreso por la escotilla abandonando el puente. Mientras desaparecía, expresó: —A mí también me parece que todo está bien.

Este simple encuentro de rutina entre aquel comandante naval y uno de sus oficiales de confianza me proporcionó una ilustración útil de lo que es el orden en el mundo interior del individuo. A aquel submarino lo acechaba un potencial peligro de colisión por todas partes, lo cual era bastante para que cualquier capitán vigilante manifestara preocupación. No obstante, el peligro estaba fuera; en la parte más interna de la nave había un lugar tranquilo desde donde se podía controlar su destino totalmente, y el capitán se dirigió hacia allá instintivamente.

En aquel centro de mando no podía detectarse ni un ápice de pánico; sólo se veía una tripulación de marineros, muy adiestrados, que ejecutaban la tranquila y deliberada serie de acciones que constituía su trabajo. De modo que cuando el comandante apareció en el puente para asegurarse de que todo estaba en orden, comprobó que así era en efecto. “¿Va todo bien?”, inquirió; y cuando le dijeron que sí, miró a su alrededor y estuvo de acuerdo: “A mí también me parece que todo está bien”. El capitán fue al sitio indicado y recibió la respuesta adecuada.

Así era como aquel capitán había organizado su submarino: cuando no había peligro, los procedimientos adecuados se practicaban mil veces. Llegado el momento de la acción en circunstancias precarias, no había motivos para que lo invadiera el pánico. Podía prever una excelente actuación de la gente que estaba en el puente. Cuando el sitio de mando está en orden, el submarino está a salvo de cualquiera que sean las circunstancias externas, y el comandante de la nave expresa: “A mí también me parece que todo está bien”.

Sin embargo, ha habido casos en los cuales esos procedimientos se han pasado por alto o quizá no han sido practicados. Entonces puede suceder el desastre: los barcos chocan y se hunden, causando graves pérdidas. Lo mismo sucede con la vida humana cuando está desorganizada en el “puente” de su mundo interior: los accidentes que ocurren, tienen nombres como agotamiento psíquico, colapso nervioso o estallido.

. . .

Tomado de Ponga orden en su mundo interior, de Gordon MacDonald, Editorial Caribe, 1989, capítulo 2.

jueves, 11 de diciembre de 2008

"Estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero sólo una es necesaria"


Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía. Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo:

—Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!

—Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero sólo una es necesaria.[1] María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará.

1. Lucas 10:42 sólo una es necesaria. Var. se necesitan pocas cosas, o una sola.

Lucas 10:38-42

Reflexión abierta: ¿Qué cosas nos dan paz?

Amistad
Amor
Oración
Meditación
Encontrarnos en el lugar correcto, con la gente correcta, haciendo lo correcto
Desafíos
Buena salud
Sentir que Dios está cerca
Buenas relaciones con los demás
Tener una buena relación con nuestro pasado, con nuestros errores
El humor
Sentirnos parte de algo mucho más grande que nosotros

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Reflexión abierta: ¿Qué cosas nos quitan la paz?

Incertidumbre
Problemas económicos
Problemas con los demás
Falta de descanso
Insatisfacción
Exceso de trabajo
Meternos en más cosas de las que podemos manejar
Los problemas de los demás
Las noticias
La presión del consumismo
Problemas de salud
La injusticia

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miércoles, 10 de diciembre de 2008

Mensaje grabado: "Paz es tener un lugar"


Mensaje de Manfred Krause en la Iglesia Presbiteriana de Belgrano, el domingo 16 de marzo de 2008, sobre Juan 20:19-22.

Se puede bajar el audio (9,3 Mb) cliqueando aquí.

He calmado y aquietado mis ansias


Señor, mi corazón no es orgulloso,
ni son altivos mis ojos;
no busco grandezas desmedidas,
ni proezas que excedan a mis fuerzas.

Todo lo contrario:
he calmado y aquietado mis ansias.
Soy como un niño recién amamantado en el regazo de su madre.
¡Mi alma es como un niño recién amamantado!

Israel, pon tu esperanza en el Señor
desde ahora y para siempre.

Salmo 131

Profetas de un futuro que no es nuestro

De vez en cuando, dar un paso atrás nos ayuda
a tomar una perspectiva mejor.
El Reino no sólo esta más allá de nuestros esfuerzos,
sino incluso más allá de nuestra visión.

Durante nuestra vida, sólo realizamos una minúscula parte
de esa magnífica empresa que es la obra de Dios.
Nada de lo que hacemos está acabado,
lo que significa que el Reino está siempre ante nosotros.
Ninguna declaración dice todo lo que podría decirse.
Ninguna oración puede expresar plenamente nuestra fe.
Ninguna confesión trae la perfección,
ninguna visita pastoral trae la integridad.
Ningún programa realiza la misión de la Iglesia.
En ningún esquema de metas y objetivos se incluye todo.

Esto es lo que intentamos hacer:
plantamos semillas que un día crecerán;
regamos semillas ya plantadas,
sabiendo que son promesa de futuro.

Sentamos bases que necesitarán un mayor desarrollo.
Los efectos de la levadura que proporcionamos
van más allá de nuestras posibilidades.

No podemos hacerlo todo y,
al darnos cuenta de ello, sentimos una cierta liberación.
Ella nos capacita a hacer algo, y a hacerlo muy bien.
Puede que sea incompleto, pero es un principio,
un paso en el camino,
una ocasión para que entre la gracia del Señor
y haga el resto.
Es posible que no veamos nunca los resultados finales,
pero esa es la diferencia entre
el jefe de obras y el albañil.

Somos albañiles, no jefe de obra,
ministros, no el Mesías.
Somos profetas de un futuro que no es nuestro. Amén.

Mons. Óscar Romero

El cristianismo de fin de semana


Elevo a ustedes, hermanos en la fe, estas reflexiones para que quizás sirvan para intercambiar opiniones. De todo lo que digo en ésta no estoy excluido, pero creo bueno que nos saquemos las máscaras y que analicemos el tema y, sustancialmente, reflexionemos sobre las mismas.

Cuando nos congregamos, y ello no incluye todo el día, ni a todos, y no pongo día de la semana, ya que hay quienes se congregan los sábados, otros los domingos, y es mi deseo incluirnos a todos. Digo, cuando nos congregamos parecemos flotar en la armonía y paz existencial, al punto que casi parecemos ángeles, pero quizás seamos fariseos, aquellos a los que nuestro Señor acusó de ser demostrativos de actitudes que luego en su vida diaria, no parecían ser como las que representaban.

Pero luego de dejar el culto, seguimos siendo los mismos? Puede ser que sí o quizás dejamos de lado la representación del personaje y nos ponemos el traje del resto del tiempo. Podemos citar muchos ejemplos y sólo a título demostrativo, se me ocurren algunos:

• Interesarme en el otro sólo por fines específicos y no demostrando la necesaria misericordia de dar lo que el otro espera, el amor
• Tomar de la mano a un semejante, ayudarlo a levantarse para luego abrir la mano y dejarlo caer, con el impacto correspondiente de haber caído de más altura
• Llevar a nuestros hijos a escuchar del amor y de la misericordia para luego introducirlos, por acción o por omisión, en la vorágine de la sociedad de consumo, sin hacerles comprender que mientras uno consume desaforadamente, otros no tienen ni siquiera para comer y cobijarse
• Decir y hacer en forma no concordante, haciendo carne de ese famoso dicho, haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago
• Incentivar o inducir a quienes estamos formando al uso de medios agresivos, inclusive en el uso de objetos concordantes con los mismos
• Mirar para otro lado cuando alguien necesita
• Aplicar en la vida cotidiana sentimientos que nada tienen que ver con los principios cristianos, como lo son: odio, envidia, competitividad, violencia,…
• Dar mensajes duales en situaciones en los que debiéramos demostrar nuestra solidez de principios
• Ser partícipes directos o indirectos de los principios de egoísmo, de los cuales los medios nos llenan de ejemplos, con solo verlos en la televisión se pueden dar cuenta. En lugar de ello, debiéramos propagar los principios del altruismo en contraposición de los del egoísmo
• Y así podemos seguir dando los ejemplos que vemos a diario y que muchas veces somos partícipes de una u otra forma

La gran ley que nos enseñó Jesucristo es, amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Si la analizamos, comenzamos en ver a Dios en cada elemento de Su creación, incluidos los hombres, por ello la debemos respetar. Pero además, nos dice, que te ames primeramente a ti mismo con el fin de transferir, por carácter transitivo ese amor, al prójimo (el próximo). Y quien es ese Prójimo?

Para ello les relataré lo que me dijo alguien muy sabio y cristiano: Dos hombres se encuentran sobre un puente, debajo del cual pasaba un río. Y uno le dice al otro, mira la alegría de los peces en el agua. Y el otro le responde, cómo tú que no eres pez, puedes saber de alegría de los peces en el agua. Y le responde, por mi alegría de ver los peces en el agua. En síntesis, nuestro semejante es quien nos refleja y no podría conocer de lo malo en él, si al menos, no lo conociera en mí, de la misma manera cuando veo en él lo bueno, también refleja lo que llevo en mi1

A esa misma persona, también le oí decir la siguiente reflexión sobre la tendencia humana a la posesión enfermiza de las cosas: Cuando algo me es útil, la uso, cuando se me convierte en imprescindible, la dejo, y siempre seré libre1 (Habremos aprendido a ser libres? Analicémoslo en nuestras actitudes o seremos esclavos de las cosas?)

Espero haber podido contribuir con estas reflexiones y que las mismas, no solamente me recuerden lo que debo hacer, sino que sirvan para analizarlas y meditarlas

1 Lanza del Vasto

Reflexion aportada por Herberto Panzeri

lunes, 8 de diciembre de 2008

Oración simple

¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz!

Que allí donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga yo perdón;
donde haya discordia, ponga yo unión;
donde haya error, ponga yo verdad;

donde haya duda, ponga yo fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría.

¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar;
ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar.

Porque dando es como se recibe;
olvidando, como se encuentra;
perdonando, como se es perdonado;
muriendo, como se resucita a la vida eterna

(Atribuida erróneamente a San Francisco de Asís, aunque su primera aparición fue en 1912, en una revista francesa)

Citas bíblicas sobre la paz


Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela (Salmos 34:14) (1 Pedro 3:11)

La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo (Juan 14:27)

Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios (Mateo 5:9)

Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo (Juan 16:33)

Que el Señor de paz les conceda su paz siempre y en todas las circunstancias. El Señor sea con todos ustedes (1 Tesalonicenses 3:16)

Todas las botas guerreras
que resonaron en la batalla,
y toda la ropa teñida en sangre
serán arrojadas al fuego,
serán consumidas por las llamas.
Porque nos ha nacido un niño,
se nos ha concedido un hijo;
la soberanía reposará sobre sus hombros,
y se le darán estos nombres:
Consejero admirable, Dios fuerte,
Padre eterno, Príncipe de paz.
Se extenderán su soberanía y su paz,
y no tendrán fin (Isaías 9:5-7)

El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio (Gálatas 5:22-23)

Canción: Paz en la tormenta

Paz en la tormenta
(Renan Carias)

Cuando lloras por las veces que intentaste
y tratas de olvidar las lágrimas que lloraste
solo tienes pena y tristeza
y el futuro incierto esperas
en paz en medio de la tormenta.

Muchas veces me siento igual que tu
y mi corazon anhela algo real
el Señor viene a mi
y me ayuda a seguir
en paz en medio de la tormenta.

Puedes tener paz en la tormenta
fe y esperanza cuando no puedas seguir
aun con tu mundo hecho pedazos
el Señor guiará tus pasos
en paz en medio de la tormenta.

Para escuchar la canción: Paz en la tormenta

La paz perfecta


Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron.

El rey observó y admiró todas las pinturas, pero solamente hubo dos que realmente le gustaron, y tuvo que escoger una entre ellas.

La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto, donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se encontraba un cielo muy azul, con tenues nubes blancas. Todos los que miraron esta pintura, pensaron que ésta reflejaba la paz perfecta.

La segunda pintura también tenía montañas. Pero éstas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas habia un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecia retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba, para nada, pacifico.

Pero cuando el rey observó cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto que crecía en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída del agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en medio de su nido.... ¡Paz perfecta!

Cuál crees que fue la pintura ganadora? El rey escogió la segunda. ¿Sabes por qué?

Porque -explicaba el rey -paz no significa estar en un lugar sin ruido, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que, a pesar de estar en medio de todas estas cosas, permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón.

Este es el verdadero significado de la paz.

Reflexión aportada por Andrés Eidelson

Villa Asís